Escondidos en los laberintos de juegos y videojuegos hay mecanismos y funcionamientos que sólo pueden explicarse a través de una mirada psicológica.
El papel del juego en el desarrollo humano
«No es tan fácil tocar el instrumento de la mente» dijo alguien que conocía bien ese instrumento. Se trataba de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, que hablaba así de la gran complejidad que se esconde en la mente humana. Una complejidad que se encuentra en cada uno de nuestros actos, en cada una de nuestras elecciones, en cada una de nuestras actividades. Empezando por la aparentemente más simple e inocua, como el juego.
Pensándolo bien, el juego acompaña todas las etapas del desarrollo de una persona: desde la infancia hasta la edad adulta, jugar significa explorar, aprender, divertirse, ponerse a prueba. Dinámicas mentales y psicológicas que se esconden detrás de cualquier tipo de juego, desde los deportivos hasta las apuestas. Detrás de la psicología del juego se esconden diversos aspectos, algunos científicos, otros sociales y económicos, como los tabúes, el funcionamiento neuronal, la lucha por la supervivencia y las tensiones emocionales.
La psicología del juego y la estrategia de mercado
Un universo que se basa inevitablemente en mecanismos mentales, empezando por sus opciones de marketing y comunicación. No hay más que pensar en los bonos sin depósito, herramientas que forman parte de una estrategia aplicada por los casinos online. Como explica este sitio, los bonos sin depósito ofrecen bonificaciones y tiradas gratuitas a los usuarios, con el objetivo de atraerlos a sus plataformas y convencerlos después por la calidad de los productos. El mecanismo psicológico que subyace a esta acción de marketing es típico de la gamificación, que mediante la aplicación de elementos lúdicos incluso a contextos que aparentemente no lo son, consigue retener y enganchar a los usuarios.
Así pues, es especialmente importante analizar las motivaciones, intrínsecas y extrínsecas, que subyacen en la actividad de juego. Ya sea en torno a puntos, premios, recompensas en metálico o simplemente sobre el prestigio y la gratificación, el juego apela a un deseo que siempre ha acechado en el alma humana: el de la satisfacción, el de ganar, el de dominar sobre un adversario o sobre la suerte. Ahí reside la pura alegría de jugar, la emoción de la tensión, el subidón de adrenalina que precede al comienzo de una partida. Todas emociones y estados de ánimo que, desde un punto de vista neurológico, desarrollan hormonas y neurotransmisores que desencadenan en hombres y mujeres el deseo de jugar, de ponerse a prueba.
Conocer el deseo del desafío, la adrenalina de la apuesta, la aspiración a la victoria significa también saber reconocer la ilusión del control y la tentación de perseguir la pérdida, señales de alarma y pasos fundamentales para identificar aquellos comportamientos que corren el riesgo de transformar el juego en un peligro o incluso en una adicción. Por eso es importante estudiar la psicología del juego y del jugador. Para tener nuevas herramientas de comprensión y aprender a tocar el difícil instrumento de la mente.